Pocas frases resumen con tanta crudeza la realidad económica de millones de mexicanos como esta: “En México, la clase media se está extinguiendo gracias a Morena.” Lo que para algunos puede sonar a hipérbole política, para otros es la descripción puntual de una realidad documentada por cifras oficiales, organismos internacionales y hasta las propias políticas del actual régimen.
¿Dónde quedó la clase media?
De acuerdo con el INEGI, entre 2018 y 2022, la clase media mexicana se redujo de un 42.7 % a 36.3 % de la población. Eso significa que casi 7 millones de personas dejaron de pertenecer a ese estrato, en un periodo dominado por la política económica de la llamada Cuarta Transformación.
Los efectos de la pandemia son innegables. Pero lo que distingue a México del resto de América Latina es la ausencia de estrategias reales de recuperación para la clase media. Mientras países como Chile, Perú o Brasil implementaron programas fiscales dirigidos al sostenimiento de empleos formales, en México se cancelaron fideicomisos, se debilitó al SAT, y se apostó por una política de subsidios asistencialistas, que si bien ayudaron a los más pobres, dejaron sin respaldo a quienes ya habían avanzado con esfuerzo a una vida económicamente estable.
La clase media: ignorada, castigada y usada
Para Morena, la clase media ha sido una molestia discursiva. En palabras del presidente López Obrador:
“La clase media es aspiracionista, egoísta, que vota por el PAN y no agradece los apoyos del gobierno”.
Esta demonización no solo es injusta, sino profundamente peligrosa. La clase media es la base de una economía sólida, el motor del consumo interno y la espina dorsal de las sociedades democráticas. Es el sector que paga impuestos, que emprende, que invierte en educación y salud privada para compensar las deficiencias públicas.
Pero bajo este gobierno, la clase media ha enfrentado:
- Eliminación de deducciones fiscales (como gastos médicos y colegiaturas)
- Congelamiento salarial real, frente a una inflación acumulada del 24 % en cinco años
- Cierre de más de 1 millón de microempresas familiares (INEGI, 2021)
- Ausencia de apoyos durante la pandemia a trabajadores independientes o emprendedores
Un país de extremos
México avanza hacia un modelo económico de extremos: por un lado, los más ricos siguen concentrando la riqueza (según Oxfam, el 1 % más rico posee el 43 % del ingreso financiero total); por el otro, los programas sociales construyen una base clientelar entre los sectores más pobres. En medio, la clase media se desploma, sin estímulos, sin representación y sin voz.
¿Es posible revertir el daño?
Sí, pero no con un discurso de odio de clases ni con políticas pensadas únicamente en la renta electoral. Se necesita:
- Políticas fiscales progresivas
- Apoyo al emprendimiento real
- Incentivos para el consumo interno
- Fortalecimiento de servicios públicos sin destruir lo privado
- Y sobre todo, reconocer que la movilidad social no es un pecado, es una necesidad
Conclusión:
La clase media mexicana no está desapareciendo sola. Está siendo desplazada por una visión de país que castiga el esfuerzo individual, que prefiere clientelismo antes que crecimiento, y que ve con sospecha a quienes aspiran a más. La “transformación” prometida por Morena no está nivelando hacia arriba, está empujando hacia abajo.
El país no se construye dividiendo a los que tienen un poco de más contra los que tienen mucho menos. Se construye cuando el que lucha, avanza. Y eso, en el México actual, ya no está ocurriendo.